Estabamos en la asamblea, de repente, llamaron a la puerta y entró un señor vestido de azul, con una cuerda muy larga y hablando en un idioma que no entendíamos.
Conseguimos entenderle, por gestos, que había perdido su camello y que venía del desierto.
Prometimos ayudarle en su busqueda. Nos pusimos a pensar como podíamos ayudarle y qué cosas queríamos aprender del lugar donde vivía este hombre, que como conseguimos saber, era un TUAREG.
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